Te cuento mi historia…
Yo también fui tú. Ahora me miro y me gusta lo que veo. Y eso se lo debo a mi historia. Porque yo también tenía ansiedad, tenía un vacío dentro y no sabía qué hacer con él, me levantaba en automático cada mañana, me comparaba con otras mujeres, me obsesioné con el control sobre mi cuerpo y la comida y yo también he sentido una tristeza absoluta mientras forzaba sonrisas a todo aquel que me mirase.
Y lo digo orgullosa, porque sin haberlo vivido, no tendría la habilidad que tengo de acompañar a otras personas en sus procesos personales. Porque sin mi historia, no sería capaz de entender lo que estás sintiendo, no podría comprender esos pensamientos tan oscuros a los que no puedes ni ponerles voz, ni podría entender qué es ver cómo te sirven un plato y estar contando calorías en silencio.
Cuándo empecé a estudiar nutrición y dietética, todo lo que aprendía lo utilizaba para controlar aún más mi cuerpo e implementar ‘hábitos saludables’ en mi vida. Y lo pongo entre comillas, porque esos hábitos tenían muchas cosas, pero aspectos saludables no era uno de ellos. No conseguía soltar, no conseguía conectar conmigo misma. Porque ni siquiera entendía qué me estaba pasando, me sentía completamente sola y perdida.
Todo pasa factura. Por una parte me di cuenta de que por muy estricta que fuese conmigo misma, nunca me sentía feliz y por la otra, empecé a tener problemas digestivos y desajustes hormonales. Nada sale gratis. Y te lo digo por si estás leyendo esto y te resuena algo de mi historia. El control no tiene fin, y si estás ahí, aunque no quieras aceptarlo todavía, sabes de lo que hablo.
Hice un máster en metabolismo y cursos de fitoterapia y alimentación deportiva. Empecé a entender la conexión entre el cuerpo, la mente y las emociones. Luego hice un máster de desarrollo personal y al final empecé a entenderme. Sé que igual estás leyendo esto y piensas ‘otra más que tuvo una historia terrible y ahora vive de ello’. Y tienes razón, no te vendo una historia original, pero sí te comparto todo aquello que me ha llevado hasta aquí.
Si tienes suerte, como yo, llegará el momento en el que algo te haga ‘click’. Quizás sea leyendo esto. Cuándo empecé a entender que todo tiene un origen mental y/o emocional, empecé a ver mi vida con otros ojos. me di cuenta que todo estaba relacionado. Que no tenía sentido abordar los procesos de mis pacientes ‘desde la comida’. La comida nunca es el origen del problema, es una máscara. Es la punta del iceberg.
Aunque suene muy cliché, fui mi primera paciente. Me di cuenta que todo lo que yo sentía no tenía nada que ver con la comida, que simplemente había recurrido a ella como herramienta para castigarme y buscar una sensación ilusoria de control. Mira, te puedo contar que también he aprendido técnicas de coaching nutricional, inteligencia emocional, metaprogramación, auriculoterapia y mil cosas, porque nunca he parado de estudiar.
Cada vez que aprendo algo me lo aplico a mí primero para poder experimentarlo, por eso sé que puedo ayudarte. Porque he entendido que solo desde la propia experiencia, podré acompañarte para que te veas bien por fuera y por dentro. Porque sé que si conseguí liberarme de mi propia ansiedad, puedo hacer que tú te liberes. Porque sé que juntas podemos descubrir el resto de tu iceberg.